jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Qué cabe esperar hoy de Freinet?

Freinet murió en l966. El movimiento nacional e internacional que inició sigue vivo, lo que ya resulta excepcional y merece meditarse. Sin embargo, sus aportaciones, incluso las integradas en parte en los textos oficiales de la pedagogía francesa, todavía son cuestionadas. Para juzgar mejor su herencia creo que es preciso considerar, por una parte las posibles consecuencias de sus técnicas en lo que se refiere al aprendizaje, y por otra parte la filosofía fundamental que presidió la creación de dichas técnicas.

UN APORTE TÉCNICO CONTINUO
En lo que se refiere a la lectura, la concepción actual mantiene, precisándolas, las aportaciones originales. Es indudable la importancia de la lectura funcional. Desde luego, las técnicas de lectura rápida y las aportaciones de la psicolingüística, al destacar la importancia del movimiento ocular como vector de la anticipación semántica, han permitido profundizar las intuiciones de Decroly. Pero la idea de situar la lectura, desde el momento de su aprendizaje, en un flujo de comunicación, al igual que la idea de utilizar la lectura documental en todos los actos de la vida escolar, se deben directamente a Freinet. Lo demuestra el hecho de que las
Bibliotecas de trabajo por él ideadas siguen siendo actualmente en Francia elementos privilegiados de los centros de documentación, por lo menos donde existen.

La evolución actual de los conceptos de la enseñanza de idiomas, maternos o extranjeros, también corresponde directamente a las intuiciones de Freinet. Los estudios contemporáneos de didáctica lingüística se han desarrollado en varias direcciones pero todas ellas, cada una a su manera, profundizan las intuiciones de la pedagogía de Freinet. La descripción objetiva de las relaciones maestros-alumnos en los intercambios verbales, iniciada en los Estados Unidos por Flanders y seguida en Europa por Landsheere, Bayer y Postic, pone de manifiesto que el aula es el lugar de organización e imposición formal que denunciaba Freinet. El alumno muy rara vez puede tomar la palabra de manera autónoma y la posibilidad de creatividad oral es casi inexistente. Solamente las clases del modelo Freinet escapan a esa práctica tanto más grave por cuanto los estudios sociolingüísticos han mostrado claramente su carácter segregador.
La falta de una verdadera comunicación condena a los alumnos procedentes de la clase obrera a una exclusión mental de hecho de un universo oral totalmente extraño para ellos. De ahí los fracasos escolares y los abandonos y sobre todo el funcionamiento antidemocrático de la escuela. También en esto Freinet fue un precursor, en la medida en que su pedagogía popular del idioma era una pedagogía de la verdadera comunicación, es decir, de la expresión personal y de la escucha.
Por último, cabe decir que los estudios de psicolingüística cada vez hacen más hincapié en los “actos de palabra” y en las situaciones de enunciación. Un verdadero aprendizaje del idioma sólo puede hacerse mediante la imitación formal de la lengua de la expresión escrita.
Este aprendizaje debe ser el resultado del funcionamiento en cada caso de una comunicación auténtica. La descripción precisa de estas situaciones y de los modos orales que permiten expresarlas constituye hoy día la parte más importante de los programas de lenguas vivas extranjeras. También deberían constituir el fundamento del aprendizaje del idioma materno. En este sentido, una pedagogía eficaz tiene que multiplicar las situaciones de comunicación en el medio escolar y armonizar y articular los medios de comunicación en esas diversas situaciones.
Freinet había dicho precisamente esto y los estudios técnicos llevados a cabo actualmente no hacen sino prolongar sus intuiciones proféticas.
Las ideas que rigen actualmente la enseñanza científica también son las de Freinet. La epistemología genética ha estudiado la génesis de los conceptos científicos y puesto de manifiesto el camino a tientas del pensamiento ante lo real. La noción bachelardiana de obstáculo epistemológico, vinculada a la genética según Piaget y Wallon, legitima el tanteo experimental de Freinet en el proceso de elaboración del pensamiento científico que no es posible transmitir de manera acabada y cerrada, sino que debe construirse mediante rectificaciones sucesivas de intuiciones espontáneas. La experimentación y la discusión son los vectores de todo progreso. La didáctica científica no puede limitarse a mostrar mediante la imposición de la observación, sino que requiere necesariamente el asombro. Podemos afirmar que nuestra obra, Pédagogie de l'étonnement, debe mucho a Freinet.
SIGNIFICADO FILOSÓFICO DE LAS TÉCNICAS
Quizá se considere que esa pedagogía global, muy caracterizada por su origen rural, no tiene gran cosa que decirnos hoy día. El vitalismo parece bien muerto frente al triunfo de la tecnología y la invasión del racionalismo. Sin embargo, a juzgar por el incremento de los movimientos ecologistas en muchos lugares del mundo y por los llamamientos a la renovación de la ética frente a los estragos del fanatismo y el individualismo, creo que Freinet todavía tiene mucho que decirnos. Frente a la revolución demográfica y tecnológica de nuestras sociedades industriales ¿cuáles son hoy día las necesidades fundamentales de alumnos y maestros? ¿Bajo qué condiciones puede funcionar todavía el sistema educativo?
Uno de los principales objetivos asignado tradicionalmente a la escuela es el de instruir, es decir, comunicar a los niños los conocimientos y las habilidades intelectuales necesarios para comprender su cultura. Ahora bien, la psicología genética pone de manifiesto que el pensamiento abstracto se construye dialécticamente elaborando esquemas operativos formados en el pensamiento concreto, que a su vez depende de las condiciones en que se ejerza, y la acción del cuerpo y de la mano que actúan para producirlo. En el mismo sentido, la psicología científica ha profundizado las intuiciones de los maestros de la escuela activa. Montessori y Kerschensteiner alimentaron el pensamiento de Piaget, al igual que habían alimentado de diversas maneras el de Claparède. La teoría y la práctica de la educación funcional preceden, acompañan y siguen la psicología funcional del aprendizaje. Los conceptos actuales que oponen el teaching (enseñanza), que corresponde al maestro, al learning (aprendizaje), que corresponde al alumno, no hacen sino sistematizar las intuiciones de los maestros partidarios de los métodos activos. El “tanteo experimental” de Freinet es la forma intuitiva más lograda de una concepción derivada de esa práctica. El “tanteo experimental” expresa de manera sencilla lo que las teorías modernas del aprendizaje dicen de manera más precisa y elaborada. Es evidente que la teoría científica no obedece a fundamentos filosóficos, por lo menos explícitamente. Sin embargo, el valor objetivo de una teoría no depende de las condiciones particulares de su nacimiento. La ley de la gravedad es válida de manera absoluta, incluso aunque la concepción pitagórica del mundo que la inspiró constituya un fundamento discutible no demostrado.

Ahora bien ¿en qué situación se encuentra actualmente el alumno frente a ese concepto del aprendizaje? El niño de hoy pasa más tiempo ante la pantalla de televisión que en la escuela. El universo urbano abstracto en que vive lo mantiene ajeno y alejado de las experiencias fundamentales que vivía el niño campesino de ayer. La agricultura, la ganadería, la captación de las fuerzas elementales del agua y el viento, la experiencia mecánica elemental de las máquinas movidas por la fuerza animal o humana, las medidas concretas de longitud, capacidad, volumen y peso, las relaciones comerciales diarias acompañadas de su ritual, son cosas que han desaparecido, ya que la civilización técnica ha suprimido ese marco vital. La pantalla de televisión convierte en espectáculo el contacto con la naturaleza y con el prójimo.
Las máquinas electrónicas dan un carácter mágico a la acción productora: basta con apretar un botón para producir instantáneamente efectos considerables. El niño de hoy “consume conceptos” sin darse cuenta. Todavía no se reconocen plenamente los efectos causados por estas transformaciones, pero se presiente que esa civilización hace cada día más frágil la existencia humana, y se intuye además que sólo unos pocos especialistas son capaces de comprender actualmente ese universo de consumo pasivo y casi mágico.
¿Acaso la función de la escuela no consiste cada vez más en ofrecer al niño las experiencias concretas fundamentales que antes el medio natural disponía en torno al alumno campesino: cultivar, criar, construir máquinas sencillas, todas ellas actividades indispensables para elaborar esquemas operativos concretos sobre los que construir el pensamiento conceptual abstracto? Ahí surge la paradoja: Freinet quería introducir la vida en la escuela en una época en que la escuela era un templo “de paredes desnudas” de que habla Alain. Entonces el saber podía construirse de forma aparentemente abstracta porque se enraizaba de manera natural en la experiencia concreta que se vivía fuera de la escuela. Desde luego, la relación no resultaba evidente entre el universo práctico del campo o el taller y el universo intelectual de la escuela. Pero esta relación era posible ya que se trataba de recuperar y transformar la experiencia práctica espontánea. El movimiento de hoy día va en dirección contraria: el hecho de que la escuela tenga que ser un medio vital se debe a que ha de ofrecer de manera propedéutica esas experiencias básicas que el niño no puede vivir fuera de la escuela. Las técnicas Freinet siguen siendo más válidas que nunca; sólo ha cambiado su sentido al convertirse en casi obligatorias.
Esta exigencia también es válida para la sociabilidad. La sociedad contemporánea multiplica los cauces de comunicación. El espacio y el tiempo desaparecen gracias al teléfono, la televisión y los aviones. Sin embargo, los adultos y los niños nunca han estado tan aislados como en las ciudades donde se yuxtaponen los individuos. Ello tiene por resultado el aumento de la necesidad de verdadera comunicación y de lugares de encuentro que sean lugares de vida comunitaria. También en esto Freinet muestra el camino: el aula cooperativa es un lugar de vida que gusta a los niños porque juntos llevan a cabo proyectos comunes.
La humanidad de hoy toma cada vez mayor conciencia de sus límites y del peligro de explotar de manera insensata el capital natural y humano en beneficio del goce inmediato y el afán de posesión y poder. La idea de una vuelta a los orígenes para dar nueva vida a los valores fundamentales del amor al prójimo y a la naturaleza, frente a la posesión y el poder, es sin duda hoy día la única vía filosófica que puede llevar a la toma de conciencia universal de nuestra finitud y fragilidad. Que esta vuelta se base o no en una mística del destino humano tiene poca importancia para la orientación política y pedagógica diaria desde el momento en que la pedagogía de las “técnicas de vida” es la única que puede orientar esa toma de conciencia y esa vuelta a los valores fundamentales. Buscar la felicidad individual en la propia actividad del niño y mediante su experimentación de la convivialidad, desarrollar el respeto del ser humano y de la naturaleza, profundizar los progresos del conocimiento en y mediante la cooperación son finalidades que, hoy como ayer, se oponen a la pedagogía selectiva y directiva que caracteriza a la civilización del rendimiento y de la explotación desenfrenada de la naturaleza con la única finalidad de poseer bienes y dominar a los demás. Lo que podía considerarse un sueño idealista hace 50 años es hoy la única solución posible para que sobreviva una humanidad frágil y rara.
La elección que antes era estética se ha convertido en una necesidad vital. Más que nunca, Freinet nos abre en el terreno de la pedagogía el camino de la razón y el corazón.

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